El circulante se refiere en una empresa a sus bienes, derechos y obligaciones referidos a un plazo igual o inferior al año.

Si hablamos de bienes y derechos hablaremos de activo circulante, mientras que si hablamos de obligaciones nos referiremos al pasivo circulante.  

Lo habitual es que las empresas vendan sus existencias y las cobren en periodos inferiores al año. Es más, lo habitual es que este ciclo se produzca varias veces al año y es lo que se conoce como rotación de existencias.

Los supermercados, por ejemplo, tendrán una tasa de rotación muy elevada, mientras que las empresas promotoras inmobiliarias tendrán un ciclo comercial que excederá del año.  

Pues bien, los activos de una empresa se clasifican en no corrientes (poco líquidos a corto plazo) y corrientes (se pueden convertir en liquidez en un año como mucho).

¿Y qué pasa si financias activos poco líquidos con una póliza de crédito? 

Las instalaciones, la maquinaria, los equipos informáticos, vehículos, mobiliario, etc., no van a generar liquidez a corto plazo. Pero la póliza de crédito que los financió sí que es exigible a corto plazo y es ahí donde radica el problema. 

Habrás notado que hemos hablado de la Póliza de Crédito, pero no del Préstamo para Circulante, el cuál sí que puede ser una opción interesante para un momento como el actual, con una fuerte crisis de oferta y de incertidumbre, o bien cuando se va a acometer un plan de crecimiento en la empresa.

PD: Sobre todo si es a tipo fijo. Si se trata de un préstamo para circulante o inversión a tipo fijo sí que puede ser en estos momentos una opción más segura para empresas y autónomos, a refugio de la escalada en el Euribor para contener la inflación.